Tecnolav, del garage al liderazgo absoluto

El Banco Santander nos eligió como ejemplo de empresario PYME y nos entrevistaron en nuestras instalaciones.

El creador de la lavandería sustentable, Fernando Argiró Mammato, habla sobre el inicio de la compañía que comenzó lavando 200 kilos de ropa diarios y hoy llegó a las 14 toneladas por día. En esta nota nos cuenta sus claves del éxito y la visión empresarial para los próximos años.

Que la historia fundacional de una empresa comience en un garage puede sonar casi un cliché del ámbito emprendedor. Es que tanto Apple como Microsoft, Google e incluso Hewlett Packard dieron sus primeros pasos en estos espacios que, entre polvo y algunas cajas con antigüedades, vieron nacer a las ideas que cambiaron el mundo.

Tal vez los denominadores comunes de estos casos estadounidenses sean los escasos recursos y las ganas de superarse, sin embargo, ¿por qué no habríamos de tener un éxito de garage argentino? Salvando las distancias, Tecnolav Lavandería Sustentable se erige como uno de los referentes pyme nacionales que también comenzó su historia en una cochera.

Actualmente la compañía, liderada por su fundador Fernando Argiró Mammato, se destaca como lavandería industrial sustentable apuntada a hoteles de cuatro y cinco estrellas, con el principal diferencial de brindar un alto grado de calidad. “El rubro siempre se manejó como un commodity, se buscaba el precio más bajo. Nosotros arrancamos con una percepción distinta, orientados a la calidad captando clientes de categoría que quieran tener un excelente servicio por un precio un poco mayor”, explica Fernando. 

Inicios

La historia de Tecnolav, se remonta a 1997 cuando su titular trabajaba exclusivamente como gerente comercial para la empresa italiana, Firbimatic STA que fabrica máquinas para tintorería. “Me dediqué a eso por 13 años, hasta el 2001 cuando un cliente con deudas nos pagó con las máquinas que le habíamos vendido y cerró su local. Yo las acepté y hasta 2006 las tuve paradas porque no sabía qué hacer con ellas, incluso pagaba para guardarlas en un galpón”, dice.

 El golpe de gracia llegó en 2007 cuando alquiló un local de 3 x 6 m2 y las máquinas comenzaron a rodar nuevamente. Con la intención de promocionar, un día hicieron volantes y al tiempo los llamaron de un hotel. “¿De un hotel?, pregunté sorprendido, no teníamos capacidad de lavado”, recuerda Fernando y agrega que inmediatamente se reunió con la encargada del alojamiento que le presentó un problema y una gran oportunidad a la vez, un nuevo nicho que explotar.

“Tengo ropa italiana de algodón puro y los lavaderos industriales no toman mis pedidos porque somos un hotel boutique. Quienes aceptan trabajar conmigo me rompen las telas”, planteó ella. Mientras, en la cabeza de Fernando la ecuación se complicaba… “Nosotros lavamos y secamos pero no planchamos, tampoco tenemos distribución. Pero ideamos un plan: pusimos a un remisero amigo para los repartos. Estábamos en Saavedra, típico barrio clase media, así que pusimos carteles de ‘Busco ama de casa que quiera planchar en su vivienda’ y terminamos de armar el circuito. Había muchos vecinas que no tenían el tiempo para ir trabajar afuera pero que querían hacerse unos pesos extra. Luego nuestra clienta contenta, se ocupó de difundirnos y comenzamos a sumar hoteles clientes”.

En 2008 ocurrió otro golpe de suerte. Hubo una gran oleada de nuevos hoteles boutique que se instalaron en Palermo y el local lavadero quedó chico. “Nos mudamos al garage de la madre de un amigo y compramos más lavadoras, una secadora y una plancha industrial. Dejamos el remis y compramos una camioneta y le pusimos chofer”, dice Fernando y agrega:  “pero allí estuvimos poco tiempo, después aumentamos nuestra capacidad y con más clientes pasamos a un taller de 150 m2”.

En detalle esa capacidad se duplicó después de que Fernando, aún en su rol de gerente comercial, visitara el (para entonces recién inaugurado) hotel Sofitel La Reserva en Los Cardales. La intención fue ir a vender máquinas de tintorería.

“El gerente me invitó a almorzar y charlando le conté que tenía el lavadero. El me pidió conocerlo y supuse que era porque quería saber cómo armar el suyo. Al llegar me pidió que le haga los lavados, pero le dije que el hotel más grande con el que yo trabajaba tenía 12 habitaciones, él me estaba proponiendo uno de 144”, recuerda Fernando y repite la pregunta que le hizo en la reunión el gerente del hotel: “¿No tenés forma de invertir?”.

El apoyo de Banco Santander Rio 

“Teníamos otro banco de cabecera pero no nos funcionó porque no había un buen gerente, ni un oficial de cuentas que nos ayude. Llegué al Santander Río por recomendación y de movida nos dieron apoyo. Es que la sucursal 426 de Catalinas se esforzó, creyeron en nosotros y en el momento que lo necesitamos nos otorgaron los préstamos para comprar las máquinas, tenemos en leasing dos camionetas para la distribución. Siempre están en nuestras necesidades y la comunicación es muy buena, eso es clave. Tener una persona que te escuche es esencial”, comenta Fernando quien también participó del Programa Universitario Advance de Santander Río, que apoya el crecimiento de las Pymes bridando herramientas para fortalecer la Gestión Empresaria. “Este año me gustaría que participe alguno de mis empleados para que se capacite,” remarca.

La actualidad

El modelo de negocios de Tecnolav consiste en tomar clientes a un precio más alto que el resto del mercado pero con un gran valor agregado. Según define Fernando, hay gente “preocupada por la calidad, que quiere algo mejor”.

Asimismo, destaca que una de las claves de su progreso es saber escuchar a los compradores, oír los problemas que tiene la competencia para capitalizarlos en el servicio propio. A pesar de contar con la mejor maquinaria, “la diferencia la hacen los operadores y los 70 empleados” porque tienen “la camiseta puesta”, explica.

“El resultado se logra con los pequeños detalles, ellos dan lo mejor y yo voy retribuyendo con lo que puedo. Tenemos Play Station, metegol  y revistas para los momentos libres y el almuerzo, también hay algunas cosas para tomar y comer, e incluso les pagamos clases de yoga”, dice Fernando.

Otro de los puntos que remarca, más allá del buen ambiente laboral, es poner el foco en los procesos: la planta está segmentada a nivel productivo y tiene un software para seguimiento e información en tiempo real de cómo avanza el lavado, secado, planchado. “Somos una empresa horizontal, el sistema permite que no haya jefes, cada uno cumple su función. Apunto a la autogestión, tenemos indicadores para cumplirlos pero no quiero un supervisor, no lo hay”.

Entre los valores de la compañía, Fernando se enorgullece por su fuerte trabajo en la sustentabilidad. Es que tiene un compromiso fuerte con el medioambiente porque considera que “estamos acá prestados, el mundo no es nuestro”. Bajo esa premisa firmaron un convenio con el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires en el cual se proponen a reducir en un 25% las emisiones.

“Invertimos en tecnología para que nuestras máquinas utilicen menos agua, una lavadora normal usa entre 25 a 30 litros de agua por kilo, pero nuestro sistema reutiliza el agua y sólo consume 7 litros”.

En primera persona

¿Siempre pensaste en emprender?

Creo que soy un emprendedor serial, me dediqué desde la venta de muebles hasta productos de granja, siempre me gusto hacer y colaborar con los que quieren hacer. Valoro el emprendedurismo y que haya una base sólida de gente que quiere emprender.

¿Qué cualidades debe tener un emprendedor para destacarse?

Debe contar con pasión y ganas. Emprender es un estilo de vida, pasas de la euforia a la depresión. El emprendedor está sobre un precipicio todo el tiempo, si te equivocaste perdés y entrás en momentos de mucha soledad. Se necesita una dosis de suerte, pero la pasión hace la diferencia. También hay que escuchar, querer corregir y tener un sostén, yo encontré ese apoyo en el Banco Santander Río,  en los proveedores, en los clientes.

¿Qué objetivos tenés a corto y largo plazo?

A corto plazo ya estamos expandiéndonos con un nuevo galpón en la esquina y vamos a abrir allí la división de lavado de uniformes porque los hoteles tienen empleados que tienen que estar impecablemente vestidos.  De todos modos queremos seguir generando proyectos para el futuro lejano, la idea es mantenernos en lo que somos, ser una lavandería aspiracional, queremos ampliar la gama de clientes y duplicar la capacidad de producción. También pensamos en expandirnos al interior y franquiciarnos en Chile.

¿Qué le dirías a quienes no se atreven a emprender?

Les digo que no hay momento justo para arrancar, que empiecen ya. La pasión no pregunta, es como cuando te enamorás de una mujer, nadie pregunta sino que simplemente ocurre. Esto es lo mismo.

¿Cuál es tu clave del éxito?

Más allá de las cualidades que mencioné creo que el compromiso es fundamental. Con mi equipo de trabajo salimos a jugar un partido final cada día laboral, porque estamos comprometidos con lo que hacemos.

¿Encontrás el equilibrio entre el plano personal y el laboral?

La familia es mi gran emprendimiento pero también tengo a la empresa. La verdad es que cuesta balancear, es un desafío constante y más porque mi motivación no es ganar dinero sino crear. Tecnolav es mi obra de arte y cada día quiero ir mejorándola. Eso me genera mucho placer.